Represión, trabas familiares y creencias religiosas son los obstáculos para que las mujeres de los países en vías de desarrollo estudien.
El caso de Khadija Hassan Adam, una sudanesa que no sabía leer hasta que se acogió al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, es el mismo que el de otras 55 compatriotas que pudieron alfabetizarse en sólo seis meses. Igual que ella, existen millones de mujeres en los países en vías de desarrollo que no han podido asistir nunca a la escuela porque las casaron cuando sólo eran unas niñas.
Ellas engrosan la población más vulnerable a los abusos en estos países, pero también son el motor que puede sacarlos de la pobreza. Es lo que cree Unicef, la organización de las Naciones Unidas para la Infancia, que ha lanzado el programa Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas (UNGEI), con el objetivo de defender sus derechos y promover su incorporación a la sociedad en plenitud de sus derechos.
BRECHA DIGITAL DE GÉNERO
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